Funchal es único por su diversidad, desde el mar hasta las montañas, desde frutas hasta flores y desde bordados hasta cestas de compras, todo lo cual está influenciado por su clima tropical, que permite producciones y actividades únicas.
La ciudad actual combina un pasado reciente y un pasado remoto, los callejones, los carriles, las calles y los callejones, las amplias plazas con vistas al mar y la montaña muestran la nobleza cultural e histórica de nuestra ciudad.
En el corazón de este casco antiguo, se encuentra la Capilla del Corpo Santo, uno de los pocos edificios del siglo XIV que ha sobrevivido hasta nuestros días. En este lugar también encontrarás una de las calles más antiguas de la ciudad, la Rua de Santa María, que alberga varias empresas locales, como la típica fábrica de sombreros, que ha estado operando durante más de 60 años en el mismo espacio, o la fábrica de botas de villano. .
Cuando sigas el camino empedrado de esta calle, llegarás a la hermosa Iglesia del Socorro. En la parte superior, también hay un pequeño mirador, que le permite disfrutar de un hermoso paisaje de la ciudad.
La vida nocturna en el casco antiguo es actualmente una gran atracción donde se unen el arte y la diversión, ya que las calles de esta zona han sufrido una intervención artística de artistas locales y extranjeros (un proyecto "Arte de Portas Abertas") que representa una de las facetas del arte y la cultura urbanos de la ciudad.
En el corazón de la bahía de la ciudad, Praça do Povo presenta a los transeúntes con majestuosas vistas del Atlántico y vislumbrar las inolvidables estribaciones de Funchal. Alrededor de esta vaina, hay áreas de ocio, espacios recreativos y deportivos, bancos de descanso pedantes, alfombras verdes de plantas y flores que bordean todo el camino peatonal.
En Funchal, más precisamente en Monte, encontrará un tipo de transporte muy especial, el "carro de la cesta", que es una experiencia única que no debe perderse.
En el siglo XX, la conexión entre Funchal y Monte fue hecha por un tren a vapor. Sus viajes fueron una experiencia memorable para quienes nos visitaron y los recuerdos de esa época todavía están presentes en la imaginación de la ciudad. Casi un siglo después, hay otra forma única de llegar a Monte: a través del teleférico